“Soy Evelyn Pinto, tengo 65 años y he dedicado mi vida a la defensa de los Derechos Humanos de la infancia, las mujeres y las comunidades indígenas. He sido desterrada de mi país: Nicaragua. Eso es lo que ahora me define. Desde hace 2 años resido en Estados Unidos con mi hija menor. Me encuentro en Costa Rica porque me concedieron un permiso especial para poder encontrarme con mi otra hija y conocer a mi nieta de año y medio.”
Evelyn pasó 15 meses en la cárcel, de los que 6 transcurrieron en régimen de aislamiento. Fue detenida por el gobierno nicaragüense en 2018. Cuando pensaba que por fin había sido liberada, fue enviada a EEUU junto con otros 221 compatriotas. A Evelyn le habían arrebatado su nacionalidad. Un duro golpe tras meses de incertidumbre, una farsa de juicio, y de falta de atención médica que ponía su vida en peligro.
¿A qué te dedicabas antes de ser encarcelada?
Trabajé en el sector de la cooperación internacional, en temas relacionados con infancia, juventud y organizaciones de mujeres hasta 2018, pero tuve que interrumpir mi actividad por problemas de salud. Tenía 59 años y pensaba jubilarme un año después. Pero mis planes se vieron frustrados por lo ocurrido en abril de 2018 en mi país, Nicaragua, cuando la ciudadanía estalló ante tanto atropello por parte del gobierno y la represión no se hizo esperar. Los meses pasaron y la represión continuaba y cada vez eran más las personas detenidas y las organizaciones de derechos humanos que eran ilegalizadas.
¿Cuándo se produce tu arresto?
Me arrestaron en noviembre de 2018. No me dijeron cuál era el motivo y no se identificaron en ningún momento. Durante la detención no fui agredida, pero a partir de ese momento comenzó la violencia física y moral, para “quebrar” mi mente. Fui trasladada al centro penitenciario de La Esperanza.
Mi juicio fue un montaje, una farsa, pero no es una sorpresa ya que se trata de una dictadura que manipula las leyes, a la fiscalía, judicadura… todo es un circo. Se trata además de un régimen muy obsesionado por perseguir a las mujeres y los movimientos feministas.
¿Entraste directamente en aislamiento?
No, al de unos meses nos dijeron que nos iban a aislar por la covid y nos trasladaron a celdas de máxima seguridad, en las que permanecimos durante seis meses, tras los que regresamos a las celdas comunes en las que coincidí con Samantha y Alejandra, otras 2 presas políticas.
La política era mantenernos en aislamiento. Solo nos hablaba el equipo de reeducación. Nos escoltaban para asegurarse de que no hablábamos con nadie. El resto de presas no se nos podían acercar. El argumento esgrimido era que se tomaban estas medidas por nuestra seguridad, ya que en 2018 se había animado e incitado a las presas comunes a agredir a las políticas.
¿Qué nos puedes contar sobre tu juicio?
Me detuvieron por un presunto delito de escándalo público, luego cambiaron la denuncia a ciberdelito y me aplicaron la Ley 151 de propagación de noticias falsas y por traición a la patria. Aunque no se pudo probar nada de eso y todas las pruebas eran falsas, me condenaron a ocho años de prisión.
En febrero de 2023 el gobierno de Ortega excarcela a 222 presos y presas políticas y los deporta el 8 de febrero a Estados Unidos, Evelyn Pinto era una de ellas.
¿Cuándo supiste que ibas a abandonar la cárcel?
Hasta que llegó el día no supimos nada. Nos hicieron subir a un autobús que nos llevó al aeropuerto, en medio de un fuerte despliegue policial. Nos recibió un representante de Estado de Estados Unidos que nos dijo que nos dirigíamos a Washington. No me lo podía creer, era libre y pronto iba a ver a mi hija.
¿Cuándo supisteis que habíais perdido vuestra nacionalidad?
Al llegar a Washington, al ir a hacer los trámites de migración, es cuando nos llega la noticia. Fue como un balde agua fría.
Pasamos los controles, nos pusieron las vacunas. Poco después llegó el cónsul de España y nos comunicó que podíamos solicitar la nacionalidad española. Otra opción que se nos presentaba era solicitar el asilo, pero se trata de un proceso muy largo y sin garantías, y mientras se está tramitando no puedes abandonar el país. Yo tengo otra hija, y una nieta y no podía arriesgarme a no volver a verlas. En mayo de 2023 opté por adoptar la nacionalidad española.
Existe un permiso, por el cual hay que pagar alrededor de 500 dólares, pero que te permite entrar y salir del país. La cuestión es que, al retirarnos nuestra nacionalidad, no había manera legal de recibir el tratamiento de personas refugiadas.