Con motivo del Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres Alboan, Entreculturas, el Servicio Jesuita a Migrantes de España (SJM), Fundación Ignacio Ellacuría y Loiola Etxea han presentado el Informe “Invisibilizadas. Mujeres migrantes en el cruce de fronteras”. Este informe, basado en la realidad de las mujeres en los contextos migratorios de Centroamérica y la Frontera Sur marroquí- española, visibiliza la vulneración de derechos fundamentales y la perpetuación de violencias a las que se enfrentan las mujeres migrantes a lo largo de todo el proceso migratorio desde origen, durante el tránsito, en las fronteras y en destino.
Principales conclusiones
Sara Diego, co-autora del Informe financiado por el Gobierno Vasco, Diputación de Guipúzcoa y Agencia Vasca de Cooperación al Desarrollo, y experta del área de incidencia política de Alboan, señala como una de las principales conclusiones de la investigación que “las violencias basadas en género contra las mujeres son una característica compartida por todos los contextos migratorios. Violencias que no se visibilizan sino que se silencian y, por lo tanto, no se atienden y se perpetúan en el tiempo”.
Otra de las conclusiones que destaca el informe es el incremento de los conflictos armados como origen del aumento en los desplazamientos forzados de la población. La superposición de estas crisis impacta de manera específica en las mujeres, generando retos concretos para la feminización de la migración forzada.
Por último, la implementación de políticas migratorias de contención y seguridad nacional a través de terceros países como Marruecos, México o Guatemala tienen como consecuencia un control migratorio carente de enfoque de derechos humanos, reforzando así la invisibilización de acciones vulneradoras y violentas.
Violencias en origen y en tránsito
El contexto de violencia en la región del norte de Centroamérica es un escenario que fuerza a las personas a tomar la decisión de migrar. Dentro de la violencia generalizada, ellas son un recurso útil para tomar por la fuerza o en los que practicar venganzas entre rivales. En este contexto, hablamos del cuerpo de las mujeres como arma de guerra. Además, las mujeres expuestas a la violencia sexual y al reclutamiento forzado, temen no sólo por ellas mismas, sino especialmente por sus hijas e hijos. Por otro lado, las tasas de feminicidio presentaron en algunos países, niveles epidémicos, siendo Honduras el país de América Latina con la tasa más alta, siendo 4,6 por cada 100 mil mujeres en 2021.
Karina Fonseca, directora del Servicio Jesuita a Migrantes de Costa Rica afirma que miles de personas en circunstancias de altísima vulnerabilidad llegan a este país, enfermas y violentadas, tras su paso por la inhóspita selva del Darién, en la frontera Colombo-Panameña. Se calcula que en 2023 unas 400.00 personas atravesarán el Darién. En base al acompañamiento directo que su organización realiza a estas personas migrantes, ha recalcado que “las mujeres y las niñas son las víctimas más evidentes de violencias. Desnutrición crónica, violencia sexual, graves enfermedades, hijos por nacer o pequeños a cargo, desinformación, serios traumas,… son algunas de las problemáticas sobre las que no se habla y, menos aún, se toman medidas significativas orientadas a reducirlas”.
En la Frontera Sur, recorrer la región de África Occidental y Central por tierra es una opción habitual entre las personas que quieren cruzar hacia Europa. Sólo en 2022, 2.390 personas murieron o desaparecieron en las rutas marítimas y terrestres. Recorrer el desierto del Sahara en las condiciones de vulnerabilidad en las que lo hacen las personas migrantes implica enfrentar gravísimos riesgos. Las condiciones de vulnerabilidad afectan de manera diferenciada a las mujeres y niñas que, además de las vulneraciones de derechos, también enfrentan violencias basadas en género específicas. Están expuestas a robos, a extorsión, a secuestros, a violencia física y psicológica y a abuso sexual por parte de traficantes, poblaciones de los países del tránsito, compañeros de viaje o agentes de frontera.
Mujeres migrantes llegadas al País Vasco
Claudia Favela, desde su experiencia como mujer migrada y como profesional en Fundación Ellacuría acompañando a personas migrantes en el País Vasco, describe cómo es ser mujer migrante. “Parte de lo que eres y de tus capacidades se van quedando en el fondo de tu mochila vital. Al llegar, la violencia continúa a través de un proceso de desvalorización de la persona, que sufre múltiples discriminaciones por su origen, género, clase social, religión, color de piel,…”. Por eso, en la fase de llegada, la acogida resulta fundamental. “En el caso específico de las mujeres, generamos y acompañamos espacios de encuentro y apoyo mutuo en el que mujeres diversas pueden sentirse en su casa, romper su aislamiento y tejer redes”.
Por su parte, Clara Esteban, experta en incidencia política de Entreculturas, ha afirmado que “hemos visto cómo las políticas de externalización y securitización de las fronteras exponen a las mujeres a situaciones de vulnerabilidad, discriminación e indefensión. Ante esta realidad urge responder desde un enfoque de derechos basado en género”. Además, apunta que “se debe hacer una reflexión conjunta que aborde las violencias basadas en género contando con la participación de las mujeres como sujetos sociales y políticos, que se impliquen en el diseño y desarrollo de las políticas que respondan a sus necesidades en los procesos de movilidad”.
Las organizaciones que constituimos el programa Mujeres en Marcha creemos que las políticas de cooperación deben anteponer la protección de los derechos humanos y la protección de la vida sobre la seguridad nacional de los países de tránsito y destino para acabar con la vulneración de derechos fundamentales y la perpetuación de violencias que a menudo terminan con vidas humanas.